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Paludismo

El paludismo, o malaria, es una enfermedad potencialmente mortal causada por parásitos que se transmiten al ser humano por la picadura de mosquitos infectados.
 
 
El paludismo es causado por parásitos del género Plasmodium que se transmiten al ser humano por la picadura de mosquitos infectados del género Anopheles, los llamados vectores del paludismo, que pican sobre todo entre el anochecer y el amanecer.
 
Paludismo es la enfermedad transmitida por vectores de más prevalencia; es endémica en 91 países,  40 por ciento de toda la población mundial está en riesgo cada año se presentan alrededor de 300 millones de casos, el 90 por ciento de ellos en África; aproximadamente se reportan 2 millones de 
muertes anuales atribuidas al paludismo, la mitad de las cuales se presentan en población de menores  de 5 años.  La mayoría de los países clasifica las zonas con más de 10 casos por 1,000 personas como de alto  riesgo, zonas con menos de 1 caso por 1,000 de bajo riesgo y zonas con tasas intermedias como de riesgo moderado. 
 
 
Transmisión
El paludismo se transmite exclusivamente por la picadura de mosquitos del género Anopheles. La intensidad de la transmisión depende de factores relacionados con el parásito, el vector, el huésped humano y el medio ambiente.La transmisión también depende de condiciones climáticas que pueden modificar el número y la supervivencia de los mosquitos, como el régimen de lluvias, la temperatura y la humedad. En muchos lugares la transmisión es estacional, alcanzando su máxima intensidad durante la estación lluviosa e inmediatamente después. Se pueden producir epidemias de paludismo cuando el clima y otras condiciones favorecen súbitamente la transmisión en zonas donde la población tiene escasa o nula inmunidad, o cuando personas con escasa inmunidad se desplazan a zonas con transmisión intensa, como ocurre con los refugiados o los trabajadores migrantes.La inmunidad humana es otro factor importante, especialmente entre los adultos residentes en zonas que reúnen condiciones de transmisión moderada a intensa. La inmunidad se desarrolla a lo largo de años de exposición y, a pesar de que nunca proporciona una protección completa, reduce el riesgo de que la infección cause enfermedad grave. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Síntomas
El paludismo es una enfermedad febril aguda. Los síntomas aparecen a los 7 días o más (generalmente entre los 10 y los 15 días) de la picadura del mosquito infectivo. Puede resultar difícil reconocer el origen palúdico de los primeros síntomas (fiebre, dolor de cabeza, escalofríos y vómitos). Si no se trata en las primeras 24 horas, el paludismo por P. falciparum puede agravarse, llevando a menudo a la muerte. Los niños de zonas endémicas con enfermedad grave suelen manifestar una o más de las siguientes presentaciones sindrómicas: anemia grave, sufrimiento respiratorio relacionado con la acidosis metabólica o paludismo cerebral. En el adulto también es frecuente la afectación multiorgánica. En las zonas donde el paludismo es endémico, las personas pueden adquirir una inmunidad parcial, lo que posibilita la aparición de infecciones asintomáticas.
¿Quién está en riesgo?
Aproximadamente la mitad de la población mundial corre el riesgo de padecer el paludismo. La mayoría de los casos y de las muertes se registran en el África subsahariana. No obstante, también se ven afectadas Asia, Latinoamérica y, en menor medida, Oriente Medio y algunas zonas de Europa. En 2014 el paludismo estaba presente en 97 países y territorios.
Entre los grupos de población que corren un riesgo especial se encuentran:
* Los niños pequeños de zonas con transmisión estable que todavía no han desarrollado inmunidad protectora frente a las formas más graves de la enfermedad.
* Las embarazadas no inmunes. El paludismo produce tasas elevadas de aborto y de mortalidad materna.
* Las embarazadas semiinmunes de zonas con alta transmisión. El paludismo puede producir abortos y bajo peso al nacer, especialmente durante los dos primeros embarazos.
* Las embarazadas semiinmunes infectadas por el VIH de zonas con transmisión estable corren mayor riesgo de sufrir el paludismo en todos sus embarazos. Las mujeres con infección palúdica placentaria también corren mayor riesgo de transmitir la infección a sus hijos recién nacidos.
* Los pacientes con VIH/sida.
* Los viajeros internacionales procedentes de zonas no endémicas corren mayor riesgo de sufrir el paludismo y sus consecuencias, pues carecen de inmunidad.
* Los emigrantes de zonas endémicas y sus hijos residentes en zonas no endémicas también corren mayor riesgo cuando vuelven de visita a sus países, debido a la inexistencia o atenuación de la inmunidad.
 
 
 
 
Actualmente en el mundo existen entre 300 y 500 millones de personas que enferman de paludismo o malaria cada año y de estos aproximadamente 3 millones de personas mueren, los afectados principalmente son los niños (cada minuto de 3 a 5 niños mueren de malaria). En América, en los últimos 3 años, el paludismo ha tenido un incremento constante que se manifiesta con más de 1 200 000 casos anuales. La tasa continental de morbilidad en los últimos diez años se mantiene por encima de 5 casos por 100 mil habitantes.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
En México, la incidencia de paludismo continúa disminuyendo, mientras que en el resto del mundo está re-emergiendo y la Organización Mundial de la Salud lo ubica como prioridad mundial. Grupos internacionales están promoviendo el regreso del DDT para controlar los vectores, situación que nuestro país ha superado no solo al eliminar el uso del DDT, sino de disminuir todos los insecticidas involucrados para el control de los vectores del paludismo. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El paludismo actual de México es considerado por los expertos internacionales como de menor relevancia, debido a su ubicación geográfica y a su avance en el control e innovación de sus acciones. La mayoría de los casos son por P. vivax y por P. falciparum en la frontera sur o casos importados de diferentes continentes, con frecuencia resistente a los medicamentos utilizados en el país. 
 
A pesar de los señalamientos internacionales, la receptividad para desarrollar brotes es muy alta. En los años sesenta se registraron 174 497 casos de paludismo y para los setenta fueron detectados 285 322 casos. Sin embargo, en la década de los ochenta fueron diagnosticados 874 340 casos, casi el total de casos registrados en un año en América. En los años noventa se necesitó un gran esfuerzo para volver a llevar al paludismo a niveles de prioridad y se logró descender a 171 236 casos. En el decenio 1990- 1999 comparado con la región de Centro América, la tasa de morbilidad en México tuvo una tendencia descendente, menor a uno por 100 mil habitantes.
 
Las estrategias utilizadas en la lucha contra el paludismo tuvo tres grandes etapas. La primera, que comprendió de 1956 hasta 1982 con estrategias y tácticas basadas en los principios de la erradicación, donde el DDT fue un eje de gran importancia. A pesar que en México el cambio de erradicación a control se inicia en 1983, la metodología del Programa continuó casi igual; es decir, el rociado residual con DDT, tratamiento de enfermos con cloroquina y primaquina y la búsqueda de febriles. En general se realizaban acciones sin considerar las variaciones epidemiológicas, patrones estacionales, diferencias ecológicas, migraciones o vectores diferentes. A partir de 1989, se estableció el Plan de Acciones Intensivas Simultáneas (PAIS), aplicando acciones especiales en localidades hiperendémicas, con tratamientos masivos durante 5 días consecutivos y nebulizaciones simultáneas de 3 a 5 días; además se mantuvieron las acciones regulares. El resultado fue la disminución de la endemia nacional de 116 230 casos en 1988 hasta 4 870 casos en 1997. Aún así, persistieron focos endémicos de mediana y baja intensidad que produjeron nuevos brotes como los de Oaxaca en 1994 y 1998, al presentarse problemas administrativos y laborales y en la franja fronteriza del sur del país, situación agravada por la migración de población entre los países de Centroamérica hacia México y como ruta para llegar a los Estados Unidos de América. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A pesar de disminuir los rociados con DDT, en el decenio de 1990 la endemia descendió; los pocos brotes se explican más por carencias administrativas que por variación de la enfermedad, a diferencia de los años previos en que al disminuir los rociados se incrementaba la endemia por falta de recursos. El éxito de los años noventa se debió a la eliminación simultánea e intensiva de reservorios de parásitos en humanos y vectores. Para poder mejorar la interpretación del paludismo, era necesario actualizarlo y orientar las observaciones hacia el diseño de nuevas alternativas; en este sentido, mediante estudios epidemiológicos de campo, se encontró información de gran importancia.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Número de casos
(miles)

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